Thursday, February 17, 2005

chester

Cuando Chéster llegó a mi vida, no fue porque así yo lo pidiese..fue como todas las cosas que me han pasado, señales de Dios.
Se veía tan pequeñito metido en esa caja de cartón, con esos ojos marrones enormes que le cubrían toda la cara y esas orejas largas que le caían a los lados.
ahí estábamos todos los niños arremolinados alrededor de la caja , haciendo tal bullicio y todos queriéndolo tocar al mismo tiempo que el perrito asustado, se orinó varias veces y reblandeció el cartón de la caja, así que cuando levanté la caja para dársela a mi tío, el Chéster salió volando piso abajo y se dio tal golpe que tal vez, digo solo , tal vez, porque en realidad no sé que pensara el perrito, pero para mi ,que creyó que yo lo había tirado con alevosía y ventaja, así que se le quedó por siempre grabado.
Nunca pensé que algo pudiese ser más imponente que el jinete sin cabeza, pero Chéster lo era..tan enorme perro con esos dientes tan grandes y blancos ( se los lavaban),solía seguirme con los ojos ,callado y sin mover un músculo, me media de lejos y de cerca.
Y cuando fingía dormir..yo sabia que no era tal el caso..
¡El muy cretino nunca me engaño!
Aprendimos a tolerarnos con el tiempo, yo nunca le hice un cariño y él nunca hizo una seña de reconocerme o apreciarme, sin embargo éramos educados porque cada que llegaba yo a esa casa y lo miraba echado a un lado de su plato de comida, le saludaba con un ligero asentamiento de cabeza, y él de inmediato levantaba el cuello y paraba una oreja...solo ese raro saludo desde siempre.
Nunca le llame por su nombre y él nunca me hizo gestos de cariño, y como sabía yo nunca dejaría de ir a esa casa y como yo comprendí que nunca lo mandarían a una perrera pues nos hicimos a la idea de tolerarnos,
pero acaso nunca has estado en un lugar donde sientes que te espían y que todo lo que haces y dices parece estar vigilado y cuestionado, como si estuvieras en la casa de la suegra, pues así me sentía yo, constantemente vigilada por ese enorme perro, que parado estaba más alto que yo, como no tenerle miedo.
en ocasiones lo dejaban salir a la calle y se paraba firme sobre sus cuatro patas delante de la puerta de la entrada y entonces si ni quien se atreviera a pasar por esa acera, todos preferían bajarse a la calle con el riesgo de que los atropellara un automóvil, aunque diciéndolo con verdad en aquella época solo tenían auto , los muy ricos o los muy afortunados. Afortunados había muy pocos y los ricos no iban por esos barrios, así que morir atropellado no era una cuestión de peligro.
pero si eran altísimas las oportunidades de ser mordido por un perro, y no me dejara mentir el cartero a quien bastantes sustos le puso el Chéster.
Pero un día, un fatal día, alguien, nunca supimos quien, le puso en la puerta carne molida con vidrios..nunca he visto más dolor en esos ojos callados, le rodaban las lágrimas, ¡ si ,las lágrimas !..me atreví a sentarme cerca de él , apoyar su cabeza en mis piernas y así acariciarle la cabeza, los demás lloraban desconsolados..ver tanto dolor en un amigo, tanto sufrimiento sin emitir un solo quejido
Tuvieron que inyectarlo para que no sufriera más y se murió el Chéster.
Como duelen los amigos y se quedan grabados para siempre, como en el silencio , la tolerancia y el respeto, pueden crearse sentimientos tan ambiguos e incomprensibles..fincar amistades, como aprendes a querer en silencio y sin decirlo, creas lazos inconfundibles de respeto amistad y cariñosa.
LOS AMIGOS
Rocio Avitia Garcia
6 de abril de 2003