Thursday, February 17, 2005

ah, que domingos

todos los domingos salíamos del rancho y bajábamos al pueblo de visita...había mucho que visitar y mucho que comer.
Iríamos a la casa de mi madrina , a esa limpia y blanca cocina de melanina, cosa extravagante por aquellos tiempos, y ahora cas pasada de moda. Cocina más hermosa no he conocido yo, con esos aromas de pan de maíz recien salido del horno, burbujeando la avena en la estufa, y esos olores de café de grano..Que cocina tan blanca y tan enorme, más limpia que cualquier conciencia. Siempre guardada en la esquina una reja de manzanas rojas, lista para las mermeladas o los rellenos de pasteles o de gansos. Y en medio de todo, la voz delicada, sonriente llena de cascabeles de mi madrina, y muy allá lejana la voz ronca, cálida, de mi padrino.
Alli sentados alrededor de esa mesa, entre desayunos, bocadillos, leche bronca, dulces granitados y limpieza pasaríamos la mañana, mis padrinos, mi madre y yo.
Eso sí, si viene Alba tendremos que bajar al rio a meter los pies en el agua, o tal vez saltemos la cerca de la huerta de la abue Orozco, para robarnos las manzanas que aún verdes , saben deliciosas con sal.
Todos los domingos, eran iguales, reunión clerical a las diez, sermón de domingo, todos vestidos con los mejores trajes, cantos de alabanzas, casi convertidos en pueblo americano, donde todos se revuelven con todos, dejando atrás condición económica, condición laboral, domingo de deseos nobles, de entregarse a Dios, en el espíritu de querer ser mejores,pero aún en los domingos santos, los de este lado de la vía, los del otro lado y los que habitan la otra banda no vienen, ellos van a otro pueblo a misa de doce.
Ah, que me gustaba que fuese domingo! Robarme las manzanas y meterme al rio en compañía de los chicos, de algunos, porque los demás miraban desde la orilla.
Pasar la tarde tratando de adivinar en qué casa estaba metida mi madre, con cuál de las amigas hablaría en ese momento.
Y yo montada en una yunta recorriendo los caminos, recogiendo elotes para asar más tarde...que olor de elotes asados en su propias hojas, y los camotes y las papas en mantequilla.
Los domingos duraban nada, hasta que caía el atardecer y mi mamá empezaba a impacientarse, mirando y mirando atraves de la ventana, aunque con la certeza de que de nuevo tendriamos que ir a la cantina y sacar a mi padre. Todos los domingos era igual, mi padre en la cantina con los amigos y nosotras con las amigas de mi madre tomando café o rompope hecho en casa.
Después ya anochecido, ir hasta la puerta de la cantina y hablarle a mi padre, que como costumbre no ha mirado pasar el tiempo y cree que aún es de mañana.
-Papi, ya son las ocho- le decia cuando me atrevía a entrar en ese espacio, con olor de humo, vòmito, orines y cerveza. siempre me miraba de la misma manera, ojos vidriosos y rojos pero muy sonrientes
- ya tan pronto , mi'jita. Se me hace que estás equivocada- me decía él, e ignorándome, continuaba en el chacoteo de la parranda, y mi madre afuera tratando de permancer serena, pero yo ya presentía como los huracanes del cansancio se arremolinaban en su interior.
Todos los domingos era igual, como película vieja vista y vuelta a ver.
- Papi- volviéndome a acercar- acuérdate que los caminos están intrasitables de tanto que llovió ayer.
Y el me diría:-
- ah, mijita..pero nosotros tenemos la 59 y a esa nadie la detiene.no hay camino que detenga su marcha.
Y después de tres horas cuando la rabia y la furia desatan tormenta en el cuerpo de mi madre. Ella se para en la puerta y le grita:
- Si no nos vienes nos vamos caminando, Humberto!!!

Asi que sin más, mi padre se levantaba y encaminándonos a la 59 , que es una camioneta ford roja modelo 59, en el más completo y abrumador silencio, como todos los domingos que terminan, viajábamos de regreso al rancho
Y cómo casi siempre que mi papá manejaba ebrio ,en el tranquilo y espeluznante viaje de regreso,solía pasar algo
Ah terminos de domingo!
Con la camioneta atascada en el lodanza, ni para adelante, ni para atrás...
- A ver Gloria, bájate y empuja, cuando yo te diga ¡ ya! empujas...si no sale ahora, tendremos que terminar el camino a pie.
Y mi madre enfurecida se bajaba de la camioneta y al grito de ¡ ya !
quedaba bañada en lodo.
-apà, este arroyo ya lo pasamos como 20 veces!!
- no mijita ¿cómo crees? si me guio por la luz allá a lo lejos, es la luz del rancho.
Y mi mamá muda, bañada en lodo, camina enfurecida, con los zapatos echados a perder.
Con los primeros rayos del sol, mi apá, que ya no está ebrio, se da cuenta que pasamos la noche caminando en círculos, recuerda que en el rancho no hay luz y que siendo lunes, todos están ya levantados empezando faenas.
Y mi mamá en el cansacio ya no maldice ni piensa nada, solo quiere un baño, donde sea pero un baño, los pelos tiesos, el conjunto de algodón echado a perder. Y yo pienso...en el próximo domingo,
y estoy segura que será un domingo que comienze y termine igual.
¡¡¡Ah, qué recuerdos de domingos...( y hay domingos de ciudad que tambien son igual )!!!

ROCIO AVITIA
Recordando
Marzo 16 2003
hihuahua, chih, México