Tuesday, December 14, 2010

Habia una vez.....Carmen

Aquella planta  en la repisa de mi pieza, se llamaba Carmen.
Carmen tenía una flor con 8 pétalos enormes y blancos,unidos por el centro a un corazón
un centro lleno de pistilos que brillaban como sol ardiente.
Carmen desprendía un aroma delicado y sublime que aromatizaba mi habitación
De cuando en cuando cerraba los pétalos para dormir, pero no lo hacía siempre, porque tenía, muy dentro de ella, la sensación de que estaba en esa pieza cumpliendo una misión.
Yo le hice  una maceta de barro, que  amase y cocí durante muchos días. La decoré con rojo, amarillos y verde. Le pinté unos girasoles que parecían seguir la luz del sol. Tan vivos  que parecían seguir la luz del sol.
Por las noches cuando la luz de la luna se asomaba entre los barrotes de mi ventana, alcanzaba aquella repisa y la platinaba completa, parecía una obra santa de algún templo del medievo.

Aquella mañana, Carmen estaba en un parque a las afueras de un café cantante llamado Afora, estaba metida en una maceta de cobre que le tenía las raíces apretadas y avejentadas. Su flor era pequeña pero su olor atrajo mi atención.
-es un jazmin?- pregunté al encargado del lugar. 
-si,- miré la planta, mientras lo escuchaba decir-  es un  jazmín que fue cultivado por la señora crecencia... dios la tenga en su gloria, - se compadeció el vendedor-. Sus hijos se han deshecho de todo, vendiéndomelo , a muy módico precio. Si usted me da 150 pesos. El jazmín es suyo
-150 pesos? No los tengo, es una pena, porque en verdad que me gusta la planta. Me traería bonitos recuerdos no tan inmediatos, pero que sé que con el aroma, se harían inmediatos de una manera impecable.
- bueno, para que vea que no soy malo se la dejo en 20 pesos.

20 Pesos me costó Carmen. Se lo dije, te llamarás Carmen, merecido te lo tienes y esta repisa de madera que entre mi padre y yo tallamos, será tu casa, solo para ti es la repisa. Desde entonces Carmen y yo vamos juntas en las deshoras, acompañándonos con nuestros aromas los momentos, sean los que sean.

La maceta que era un poco mas grande le quedo bien a sus raíces , el barro la alimentó y la abonó. Yo la veía crecer y crecer. Y entonces una mañana, el jazmín abrió enormes sus pétalos

se sonríe con mi alegría y cuando me ve como mis lágrimas se ponen frías,  pone sobre mis mejillas el pañuelo de sus pétalos para secar el agua. Ella  ha escuchado de mis emociones, cómplice de todos mis pecados que son tantos y variados.
El otro día la miré que estaba encorvada, así que le plante un palito y la amarré a él, no quiero que le salga joroba. Carmen despierta muy erguida todas las mañanas y va polvoreando mis pasos con sus aromas. Para traerla conmigo , le hice fotos y las llevo en mi cartera.
Una noche . los murmullos  me despertaron, abrí con suavidad los ojos, y ahi sentada a un lado de Carmen estaba dos pequeños rayos plateados.
Se acercaban a sus pétalos y la besaban, Carmen estaba mas plateada que nunca, sus pétalos mas grandes y bellos y el olor que se extendía por toda la habitación me recordaba , no supe a qué pero mirar la dicha de Carmen me alegró. No quise espiarlos, así que cerré los ojos y sin darme me quedé dormida.
Si el sol , alarmado, no me estuviera tocando la cara, yo hubiera seguido de largo soñando, con el amor. pero el sol estaba como enloquecido tocando la punta de mi nariz atrayendo mi atención. Cuando al fin pude abrir los ojos, el sol se hizo a un lado y me dejo ver la causa de su alarma.
En la repisa, Carmen se había desvanecido. Que pánico sentí, me puse de pie de inmediato y corrí  hacia la maceta. Sobra la tierra seca, empezaron a caer mis lágrimas que dejaban huellas pero no alcanzaba a humedecerla. Carmen ya no estaba, ni siquiera una flor seca, o un tallo seco. ¡Carmen no estaba!
El sol tampoco daba crédito a lo que pasaba. ¿ a dónde se había ido Carmen y con quien?

han pasados ya semanas, meses, años, en la maceta puse un nombre CARMEN, ahi seguimos esperando por ella, tal vez, algún día regresé y yo pueda olerla de nuevo.